En un lugar de Santiago, cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo había una oficinita simpaticona y desastrosa donde se hacía de todo menos trabajar. Se hacían rifas, se comía helado, se hacían masajes y se organizaban ferias de las pulgas. Se trataba de una oficinita de ventas -aunque parecía que nadie se había enterado de eso aún- en que nadie salía a vender y todos se dedicaban a jugar Candy Crush.
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Llegar a la meta mensual era algo así de milagroso |
Pero lejos lo más divertido de la oficina eran sus jefes, porque si bien era una PYME que nada tenía de ME y mucho de PY, todos eran jefes. Había una Jefa-Jefa, una Sub-Jefa, una Jefecita y dos Alumnos en Práctica Senior; además había un Coordinador, una Supervisora y un Encargado. La mitad de ellos trabajaba media jornada y la otra mitad creía que tenía horario de gerente. El resultado era que en las tardes los alumnos en práctica jugaban a tirar avioncitos de papel con los balances, bien escondiditos eso sí, porque sino las jefas los acusarían de despilfarro.
Los jefes son un caso y la relación con ellos siempre va a ser rara -después de todo, se trata de un adulto que le dice a otro adulto qué hacer, cuándo y cómo, que lo evalúa, que tiene el poder de retarlo si se le da la gana, y al que se le debe pedir permiso ...no sé a ustedes, pero a mí todo eso me suena raro-. Y ni siquiera tiene que ver con su forma de ser, basta con que al compañerito-hermano-regalón-todos-te-amamos-quiero-ser-como-tú lo asciendan para que todos se alejen de él como si tuviera ébola. Hay jefes buenos -y se agradecen-, jefes malos y jefes que debieran ser torturados en la plaza pública... de esos voy a hablar.
Cruella de Vil
Usualmente mujeres flacas, neuróticas y semi bonitas, pero malvadas, muy malvadas. Con instinto asesino. Es el tipo de jefas ultra exigentes, que no entienden cómo eres tan blandengue de no ser capaz de destriparte por el trabajo. Ellas se ponen de modelo a seguir y les parece evidente que si manejan al dedillo todos los asuntos de la pega, entonces tú infame renacuajo, debes hacer lo mismo sin que tengas el privilegio de que te explique, porque es obvio-cómo-no-se-te-ocurrió-liliputense-remedo-de-ser-humano que tienes que usar telepatía y leer su mente -eso es lo que ella entiende como proactividad-. Es capaz de comerse a sus hijos a mordiscos y asesinar a su madre a combos con tal de ascender. Por lo que a ti te hará explotar como fuego artificial para que ella brille.
Es capaz de decir las peores atrocidades y aplastarte como un gusano sin que te des cuenta. Disfruta cada vez que tienes que pedir una hora donde el psiquiatra y se alimenta de tu sufrimiento, inseguridades y noches de insomnio. Le gusta cuando lloras con hipo porque siente un poco de calorcito ahí donde se supone que tiene que haber un corazón. Te quitará toda la dignidad que puede tener un ser humano y no dudará en hacerte bailar como un monito.
Obviamente paga un moco y si puede contratarte a plazo fijo, no dudes que lo hará para ponerte a prueba y hacerte sufrir. Por definición siempre-siempre-siempre -salvo que seas una perra despiadada y sin corazón- te va a ganar, por lo que no trates de hacerte la súper-muy-bacán-acá-te-las-traigo-Peter, porque podrías terminar con el cuello dislocado.
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Créanme, una vez trabajé para una de esas y casi pasé a saludar a San Pedro |
Ah, si eres hombre estás salvado, pero puede que quiera seducirte.
Montgomery Burns
Devoto de la Virgen del Puño y amante de la reducción de costos para aumentar sus utilidades, te exprimirá como un limón apenas tenga oportunidad. Le gusta andar en un Audi, pero pagando el precio de un Lada, por lo que el computador de tu oficina será marca Samsunq, compartirás silla con tu compañerita de oficina e imprimirás usando papel confort por ambos lados. Olvídate de cheque restaurant, bonos, aguinaldos y días libres para tu cumpleaños porque-acá-señores-se-viene-a-trabajar.
Sería la definición del jefe egoísta-mano-de-guagua si no promoviese una generosidad sin precedentes respecto al nivel de entrega que tienen que tener sus empleados. Para él no hay diferencia entre su iPab y tú: ambos tienen que rendir al máximo y a mínimo costo. Te hará entender que tu deber es ser su propiedad, porque él es el rey del universo y tú sólo baba de ratón podrido. Si él se levanta a las 5 de la mañana, entonces tú a las 4 tienes que estar con los dientes lavados, porque tienes que estar comprometido con SU empresa. Usaría un látigo para motivarte, pero sospecha que tal vez a los comunistas-resentidos de la Inspección del Trabajo no les haría mucha gracia. Aún así, le tienta la idea y no lo ha descartado completamente.
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Lo peor de todo es que no sabes cuánto odiarlo |
Teniente Bello
No tiene idea dónde está parado, ni qué hay que hacer y por su culpa ya has tenido tres cirugías reconstructivas de tanto que te muerdes la lengua para no gritarle que es un idiota. Su nivel de imbecilidad es tan sorprendente que los científicos aún se preguntan cómo lo hace para respirar. Es la prueba viviente de que Darwin estaba equivocado con todo eso de la ley del más apto. Es un completo descerebrado y lo peor es que tu trabajo depende de él, cosa que no parece importarle mayormente porque él es un afortunado y agradecido de la vida.
Tiene un talento insuperable para tomar constantemente la peor de todas las opciones, porque tiene esa insoportable manía de mirar muy detenidamente la hoja de un solo árbol -nunca supo que hay un bosque-. Se caracteriza por su tenacidad para cometer estupideces y por la dedicación con que se esmera para meter las patas. Se apoya en la autoridad que tiene para hablar cuanta imbecilidad se le cruza por la cabeza y espera con sonrisa cándida que le aplaudan todas sus gracias.
En definitiva, es violentamente imbécil, pero te lo tienes que callar mientras arreglas todas las pavadas que hace, por lo que tienes que trabajar el doble mientras que el perla se va temprano a su casa.
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Todos sabemos que en verdad tiene razón |
Si además es inseguro y cobarde temeroso, recomiendo comenzar a redactar la carta de renuncia, porque le tendrá tanto miedo a los clientes que no dudará en aceptar todo lo que pidan y te dirá a ti que lo hagas. ¿Que el vendedor debiera bailarles can-can junto a pastores alemanes hambrientos? No faltaba más. ¿Quieren que construyamos con material de los anillos de Saturno? No hay ni que pedirlo. ¿Les gustaría que todas las mujeres trabajen en topless para ustedes? ¡Tienen toda la razón, santos señores!
Doctor House
Le importas un bledo y cree que te llamas Gusano Estándar. No es su intención hacerte miserable, porque le importas un bledo y la única relación que quiere tener contigo es estrictamente laboral, ojalá con el menor cruce de palabras posible, por eso nunca desperdiciará saliva diciéndote estupideces como por favor y gracias. Aún así, se cree muy simpático e ingenioso con los dardos que tira, pero hasta su madre lo odia, cosa que tampoco parece tenerlo muy preocupado. Es el dolor de cabeza de Recursos Humanos, porque sabe que nunca-jamás lo van a echar porque es un genio -o tiene convencido a todo el mundo que es un genio, lo que para el caso es lo mismo- y tú deberías dar las gracias por dejar que te martirice. Es más, tú deberías pagarle a él para que te enseñe.
Es el único que te dirá en tu cara lo estúpido que eres y lo odiarás porque probablemente tenga razón. Posee la acidez de un limón y sus palabras pondrían a llorar como niña chiquita hasta a Osvaldo Andrade.
Piensa que los insultos son un deporte saludable y su tono basal de voz es al menos 20 decibeles más fuerte de lo normal. Cuando habla suave tiembla en el norte; y si se modera para no gritarte, muere un niño. Eres incapaz de distinguir entre su estado de enojo y el de furia mortal, y le tienes tanto miedo que alejas todos los artículos filosos con los que podría matarte. Lo peor es cuando sonríe, ahí sabes que estás frito.
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Te ha gritado tantas cosas que ya olvidaste tu nombre |
El Conde Drácula
Un maldito chupasandre. Se trata de jefe sin talento, inepto absoluto, gusanillo rastrero, que ha sabido ascender por medio de posicionar buenas ideas... tus buenas ideas. Se trata del jefe-garrapata, que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir por sí mismo y por eso se pega a ti como lapa para vivir de tu sangre, robarte tus ideas y quedar como niño lindo delante de su propio jefe.
Suele engañar a ingenuos bienintencionados invitándolos a desarrollar juntos tal o cual iniciativa del pajarito en cuestión -digamos un nuevo-producto-súper-mega-bacán-que-todo-el-mundo-va-a-querer-tener-, lo que por supuesto significa que el pobre cristiano hará todo el trabajo bajo el beneplácito de su jefe-cucaracha, quien luego le inventará con cara de penita alguna excusa del tipo no-hay-presupuesto o el-directorio-decidió-parar-los-proyectos-de-este-año. Tiempo después nuestro adorable trabajador se sorprenderá con el nuevo anuncio de que su traicionero jefe ha recibido un súper mega bono por la propuesta de una idea que implicará un salto revolucionario en el mercado: nuevo-producto-súper-mega-bacán-que-todo-el-mundo-va-a-querer-tener. El bonus track es que después al empleadito víctima le llega reto por su falta de iniciativa y se lo insta a seguir el ejemplo de la maldita rata que le robó la idea.
Un maldito chupasandre. Se trata de jefe sin talento, inepto absoluto, gusanillo rastrero, que ha sabido ascender por medio de posicionar buenas ideas... tus buenas ideas. Se trata del jefe-garrapata, que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir por sí mismo y por eso se pega a ti como lapa para vivir de tu sangre, robarte tus ideas y quedar como niño lindo delante de su propio jefe.
Suele engañar a ingenuos bienintencionados invitándolos a desarrollar juntos tal o cual iniciativa del pajarito en cuestión -digamos un nuevo-producto-súper-mega-bacán-que-todo-el-mundo-va-a-querer-tener-, lo que por supuesto significa que el pobre cristiano hará todo el trabajo bajo el beneplácito de su jefe-cucaracha, quien luego le inventará con cara de penita alguna excusa del tipo no-hay-presupuesto o el-directorio-decidió-parar-los-proyectos-de-este-año. Tiempo después nuestro adorable trabajador se sorprenderá con el nuevo anuncio de que su traicionero jefe ha recibido un súper mega bono por la propuesta de una idea que implicará un salto revolucionario en el mercado: nuevo-producto-súper-mega-bacán-que-todo-el-mundo-va-a-querer-tener. El bonus track es que después al empleadito víctima le llega reto por su falta de iniciativa y se lo insta a seguir el ejemplo de la maldita rata que le robó la idea.
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Este es su aspecto real |
Espinita
Es la más pura definición del arribismo laboral. No es jefe y tampoco es su amigo -de hecho, el jefe secretamente lo odia- pero quiere serlo y todos sus movimientos cotidianos apuntan en esa dirección. Es el malvado que se cree llamado por Dios a velar por las buenas prácticas del personal, por lo que espía a los demás, anota sus movimientos y secretamente le informa al jefe qué es lo que cada uno habla por teléfono y cuántos minutos se quedan viendo Facebook. Es el primero en llegar, no porque sea más responsable, ni porque viva más cerca, sino porque quiere acusar a los demás si se atrasan un cuarto de segundo. Es el nazi del horario... de tu horario. Se debe sospechar de todo aquel que ante conversaciones-poco-diplomáticas-de-oficina se hace el que está trabajando, no opina y se para rápidamente sin rumbo a la cafetera, la impresora o el baño: seguro que el muy maldito es un Espinita que va corriendo a acusarte al papá-jefe.
Sus compañeros lo detestan porque manda mails llamando la atención o dejando mal a los demás; mails en que tiene la delicadeza de copiar hasta al Papa para que se entere de tus faltas. Apenas tenga una miserable cuota de poder la va a usar... en tu contra. Es el rey de los codazos, de los pisotones y de los mordiscos con tal de ascender. Zalamero hasta el asco, pierde su tiempo haciendo tablitas y planillas que muestren su eficiencia en un desplante de automarketing sin precedentes. Es capaz de hacerle las tareas a los hijos del jefe con tal que le den un poquito de amor.
No conoce la vergüenza y tiene el descaro de pedirte favores con tono gerencial, delegando parte -a veces gran parte- de su trabajo en ti-. Campeón indiscutido de la manipulación y de la barsedad, te va a decir que no te cuesta nada, que no te va a quitar más de cinco minutos y que lo más fácil es que te detalle todo en un mail. Tú -gran estúpido- pensarás en las bondades del trabajo en equipo, la sinergia, el hoy por ti mañana por mí y todas esas pavadas que repite la psicóloga laboral de la empresa y que suenan muy parecido a lo que tu mamita te decía cuando eras un niño chico. Entonces apenas te llegue el famoso mail explicativo -que tú encontraste algo exagerado porque después de todo eres capaz de retener una o dos instrucciones- y notas que apenas tu outlook te dio aviso, alguien salió corriendo de la oficina cual Flash. Entonces lo vez y lloras, no sólo porque es eterno, sino que además va con copia al jefe. Y te dispones a quedarte a acampar en la oficina porque el muy maldito te estafó de nuevo -¡de nuevo!- y te hizo creer que un favorcillo es igual a 6 semanas de trabajo.
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No debiera haber clemencia para este engendro repugnante |
Si notas que tus compañeros se callan cuando te acercas o -más sospechoso aún- empiezan a hablar de pega de un modo sospechosamente general, toma nota: eres Espinita.
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