25 mar 2014

Mujeres (O sobre algunos aportes a la guerra de los sexos)

Hace un tiempo atrás, tomando cerveza con un grupo de amigos y sus respectivas pololas-señoras-amigas-con-ventaja-pinches-peor-es-nada-que-sí-que-no-tenemos-una-relación-complicada-estamos-viendo (es un grupo más o menos grande), me sorprendió ver que las mujeres han ido ganando la guerra de los sexos en la privacidad del hogars -aunque también podría ser que mis amigos sean unos macabeos... tendré que pensarlo-. Como sea, todos y cada uno, defendían como si se tratara del dominio del control remoto, que los hombres son unos gusanos-miserables-trogloditas-violentos-puercos-capaces-de-andar-todo-el-día-en-calzoncillos-sin-lavarse-nunca-los-dientes y que el mundo es mucho mejor gracias a las mujeres-ay-que-lindas-son-quiero-cantar-canciones-de-Arjona.

El punto es que de repente me pillé pensando en toda mi vida rodeada de mujeres, no sólo por haber estado en un colegio de señoritas, sino también porque después se me ocurrió estudiar una carrera más dada a las emociones y al amors, donde hasta los hombres empiezan a secretar estrógeno en cantidades industriales, y no pude más que pensar que mis amigos no están viendo una parte del asunto. Porque la mujer no es esa especie de amazona-súper-chora-cálida-y-amorosa-decidida-y-ultra-bacán que ellos empezaron a describir, obviamente influidos por el blablá circundante y el beneplácito de los psicólogos-cariñosos-es-súper-rico-ponerse-en-contacto-con-los-sentimientos-me-siento-orgulloso-de-mis-lágrimas.

La mujer podrá un ser tan maravilloso como cualquier ser humano, pero también es un animal salvaje, del terror y poco civilizado. No se trata de degradar el género, por su lado los hombres son bastante bestias, pero tampoco es permisible que sea ensalzado con frases rosadas de tarjeta siútica y cadena de mail horripilante. Cada vez que veo descritas las bondades de las mujeres me dan unas ganas incontrolables y profundas de vomitar hasta las tripas y de ir a buscar mi fusil, porque la verdad de las cosas es que la mujer ultra seca en todo y para nada ridícula es un invento del marketing para vendernos cosas. Con más o menos matices, todas tenemos mil cosas detestables que podrían irritar a cualquier cristiano y francamente sorprende que haya masoquistas que quieran pasar su vida con nosotras... (mi propio masoquista opina lo mismo).

¿Que las mujeres andan en su club de Lulú y que cuchichean entre ellas felices de la vida? Mito. Hombres, sépanlo de una vez, la llamada solidaridad de género no existe. Las mujeres siempre tendrán una relación de amor odio con todo ser femenino que se cruce por delante, sin importar su especie. No hay ser más envidioso-te-odio-maldita-tienes-un-pololo-marido-lo-que-sea-que-te-regala-flores-mientras-que-el-mío-apenas-se-acuerda-cómo-me-llamo. Ni más chaquetero-sí-es-seca-pero-pobre-tiene-a-los-niños-botados-parece-que-el-marido-es-medio-colita-y-no-me-consta-pero-dicen-que-el-jefe-la-hace-turumba. Ni más malvado-te-juro-que-no-era-mi-intención-contarle-a-tu-marido-que-sobregiraste-la-tarjeta-de-crédito-amiga-se-me-salió-tú-sabes-lo-volada-que-soy. Ni tan venenoso-cualquiera-estaría-así-de-regia-si-se-está-emparejada-con-un-cirujano-plástico-te-apuesto-que-igual-tiene-celulitis. Toda mujer más o menos promedio sería capaz de vender a sus amigas por un paquete de cabritas... Y sí, señores, Judas era mina.



Lo dice Lady Gaga, no yo


No hay opinión más lapidaria ni juicio más mordaz que los que la pérfida cabecita de una mujer es capaz de idear. No por nada los opinólogos malvados son mujeres, mientras que los hombres que se ven en los programas de farándula son unos pobres corderitos aterrados ante la maldad de sus compañeritas.  ¿Dulzura? Sí claro, la Argandoña da diabetes.

Lo cierto es que, en esta especie, las cosas están al revés y son las mujeres las que tienen las plumas. El hombre anda por ahí creyéndose el súper-don-Juan-semental-y-mero-macho, cuando la verdad de las cosas es que son las mujeres las más interesadas en todo lo relativo al matrimonio y la procreación -¿o alguien ha visto alguna vez a un hombre con el anillo de compromiso en el bolsillo, aparte del patético y para nada masculino Ted Mosby?-. Es curioso que los ejércitos del mundo aún no se hayan dado cuenta que el arma más peligrosa, mortífera e implacable es una mujer que siente que se le fue el tren (la segunda es una mujer a la que se le acaba de decir gorda... no lo intenten en casa). Y la mujer siente esa competencia y sabe que incluso su mejor amiga es una potencial amenaza y podría empezar a mirar con buenos ojos a Periquito, el insulso jovenzuelo que encabezaba la lista prefiero-el-celibato-la-calvicie-encontrarme-un-dinosaurio-en-mi-baño-antes-de-meterme-con-ese-gallo pero que empezó a tener un no sé qué en el justo momento en que posó sus ojos en ti. Por eso, y por un asunto irracional e inexplicable, todas las mujeres se ven en la imperiosa necesidad de destruir a su competencia. Es la ley de la selva. Pero la mujer es elegante y no va a andar agarrándose a los combos como los brutos, no, va a hacer algo peor: se va a acercar a su competencia y va a ser su amiga y cuando esté cerca, zaz, va a destruir cualquier germen de amor propio, de seguridad, la va a llenar de dudas con frases pseudo amables del tipo siempre-he-pensado-que-te-quedaría-MUCHO-MEJOR-tu-pelo-de-otro-color (la traducción es obvia).



Pongo mis manos al fuego que es cierto



No lo sabré yo, porque si las mujeres tenemos por definición ultra desarrollado el gen malvado, el mío viene con esa súper especial recarga, cortesía de la herencia familiar. Juro por tío Freud que no hay nada más malvado-simpático-a-veces-más-malvado-que-simpático que mi madre y sus hermanas, proclamadoras y defensoras de la nunca bienvenida frase: cinco segundos en la boca y cinco años en las caderas. Piénsalo.



Momento elegido para lanzar la frasecita... las odio


Es que es en la familia donde empieza todo. Siempre está la hermana linda favorita y la hermana fea inteligente y especial. Están también las madres locas-locas (muchas... varias... casi todas... ya habrá una columna al respecto) y las suegras nefastas-no-me-importa-que-seas-tan-buena-como-la-madre-Teresa-de-Calcuta-ni-tan-inteligente-como-Stephen-Hawking-ni-tan-estupenda-como-Gisele-Bundchen-ni-tan-bien-portada-como-la-Virgen-María-igual-eres-muy-poquita-cosa-para-el-santo-y-para-nada-holgazán-de-mi-hijo.

Y mientras los hombres son directos, las mujeres tenemos vocación a lo culebroso-mira-sí-pero-no-tanto-a-veces-siempre-puede-ser-pero-piénsalo-de-otro-modo-porque-mira-si-no-me-encuentras-la-razón-ahora-voy-a-seguir-hablando-harto-rato-hasta-que-estés-muy-confundido-o-te-exploten-los-sesos-porque-tú-sabes-que-puedo-seguir-hablando-y-hablando-tú-decides. Porque la mujer es un ser que siempre siempre siempre tiene la razón. ¿Que dos más dos es tres? Obvio. ¿Que hace frío y tienes que usar chaleco? Evidente. ¿Que el marido es un bestia insensible sin corazón y que si no la pesca no tiene nada que ver con que ella se haya convertido en una bruja? Por supuesto que sí. ¿Que en la oficina el jefe se anduvo pasando un poquito e hirió mis sentimientos qué importa que tenga razón lo importante es que me habló un poco golpeadito? ¡Daah!

La verdad es que las mujeres, como género, no son santas de mi devoción. Estoy convencida que no hay nada tan manipulador-mi-amor-me-encanta-que-salgas-con-tus-amigos-de-veras-que-sí-dale-no-más-yo-me-quedo-solita-después-del-día-espantoso-que-tuve-en-la-oficina. Ni tan cara-dura-pero-que-neurótica-anda-la-gente-me-estacioné-apenas-un-ratito-en-el-único-lugar-para-discapacitados-de-la-comuna-qué-le-hago-si-no-habían-más. De hecho, soy una convencida que los gays tienen toda la razón del mundo y si en Chile no se aprueba el matrimonio homosexual es porque los parlamentarios están celosos del descubrimiento de sus congéneres.

Y de nuevo, iba a hablar de zapatos y fui cambiando el tema hasta que quedó irreconocible... Y así queda probado el punto, no se puede confiar en una mujer, ni siquiera si es una misma.


 

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